A veces en una de esas ocasiones en las que te sientes un poco desanimado, triste, estresado o deprimido, cuando apenas puedes sobrellevar el peso sobre los hombros o simplemente te enfocas demasiado en el lado oscuro de las rutinas diarias … cuando sientes que lo que haces parece ya no tener sentido o has perdido algo o alguien realmente especial en tu vida… sólo a veces puedes tener la suerte de enfrentarte a “ello”, y eres capaz de encontrar y alcanzar la razón última de esos sentimientos. Quizás puedas ser afortunado y puedas tener la suerte de mirar los ojos de la criatura responsable de esos momentos tan difíciles y que tanto te afligen…
He pasado por ello últimamente, me enfrenté a mis miedos y esa tristeza residual y me enfrenté a ese viejo peso sobre mis hombros, a esa oscura criatura que merodea y acecha a la vuelta de cada esquina, en cada paso del camino. Te seré sincero; esperaba una criatura enorme, aterradora y ominosa que simplemente me devoraría tan pronto me pusiera a su merced … pero no, nada más lejos.
Encontré frente a mi un ser, mejor dicho, una linda criatura peluda. Probablemente ella más asustada que yo, temblando y tratando de esconderse como un diminuto ratón huyendo de un felino.
Definitivamente he aprendido algo esencial de esta experiencia. Cuanto más estudio esta criatura más empiezo a comprender que, ciegos como son, simplemente quieren saciar su hambre desesperadamente y alimentarse de nuestros miedos, de nuestras pesadillas, con nuestros malos pensamientos. Cuanto más oscuros nos hacemos más pesados y más grandes se vuelven … Pero cuando se les enfrenta, cuando se les mira a los ojos se vuelven inofensivos y pueden convertirse en una mascota perfecta si se sabe cómo manejarlos correctamente, claro está .